viernes, 16 de octubre de 2015


LITERATURA UNIVERSAL

En los siglos V y IV a.C. la cultura Griega llegó a su apogeo y Atenas surgió como una gran potencia en tanto que Esparta tuvo que sufrir la insurrección de la clase baja. En el 431 a.C. Atenas y Esparta se enfrentaron en la terrible Guerra del Peloponeso, a consecuencia de la cual Atenas perdió su imperio y Esparta Obtuvo el predominio de la Hélade, aunque en el 731 a.C. Tebas se levanta en contra de Esparta y logra dominarla. Esta situación fue aprovechad por Filipo II, rey de Macedonia, quien en el año 338 cruzó Termópilas y venció a los atenienses y a los tebanos, pero antes de iniciar la campaña para conquistar Persia, fue asesinado por uno de sus oficiales, Su hijo Alejandro heredo el mando, y como había sido criado por Aristóteles, y además que el poseía una brillante mentalidad política y militar, Alejandro logró conquistar Persa y dominar Siria y Egipto en donde fundó la ciudad de Alejandría. Alejandro siempre respetó las leyes y religión de los pueblos que dominaba y fundó numerosas ciudades que se convirtieron en centro de producción y en lugares de propagación de la cultura helénica en el oriente. Murió a los 33 años y por eso llevó a la desintegración del imperio que había creado, pero su influencia fue permanente pues los estados orientales fueron gobernados por monarcas griegos que llevaron con ello su idioma, civilización y costumbres. A esta civilización que contiene elementos griegos y orientales los historiadores la llaman Helenística.

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